PASTOR UNIVERSAL
Vicente Martínez“Nadie puede quedar fuera, todos somos necesarios” (Papa Francisco)
17 de abril, IV domingo de Pascua
Jn 10, 27-30
Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen; yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrancará de mi mano.
El Buen Pastor es para los cristianos una advocación bíblica aplicada en el AT a Dios como alegoría. El profeta Ezequiel la recoge en 34, 12: “Como sigue el pastor el rastro de su rebaño cuando las ovejas se le dispersan...” El Salmo 23 entona: “El Señor es mi pastor, nada me falta”, y el 99 dice “somos ovejas de su aprisco”. El Nuevo nos presenta a Jesús como parábola, particularmente en su versión de salvador de la oveja descarriada. Lucas le muestra preocupado, solícito y alegre, celebrando su encuentro al regresar con ella a casa. Juan insiste en el hecho de que su misión es darles seguridad y vida eterna (Jn 10, 28)
La idea no era nueva. La iconografía cristiana la tomó del Moscóforo griego -portador del ternero- del siglo V aC., hoy en el Museo de la Acrópolis de Atenas. La Historia del Arte lo ha recogido en relieves, lienzos y murales, desde el paleocristiano -Catacumba de Priscila- a nuestros días. Incluso la música. Jesús Guridi (1886-1961) nos lleva en las notas de su Tríptico del Buen Pastor a disfrutar de la parábola de salvación con los acordes organísticos de una de sus más inspiradas melodías.
El cordobés Séneca (s I dC) decía que el hombre, al topar con lo divino, se amolda a ser una persona sumisa. Aspecto que no suele casar con la idea que Jesús nos ha querido dar de sus ovejas, a pesar del concepto peyorativo del término rebaño. Ni fue ni quiso que los suyos fueran personas sometidas a los dictados de sus pastores, ni obligados a imitar normas y costumbres, sino más bien a vivir en plenitud consigo mismos.
El Evangelio está tintado de Universalidad. En el capítulo 13 de los Hechos de los Apóstoles, Saulo y Bernabé deciden dedicarse a los gentiles, recordando la misión encomendada por el Señor a Isaías: “Te hago luz de las naciones para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra”. (Is. 49, 6). Y en el décimo de Juan, dedicado al Buen Pastor, Jesús se proclama puerta del rebaño y guardián de sus ovejas, pues ha venido “para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10). En el Apocalipsis dice haber visto “una multitud enorme, que nadie podía contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua” (Ap 7, 9).
Hoy el Evangelio es santo y seña de todos los cristianos y, bajo el cayado que los guía, recorren sin distinción de raza, sexo ni cultura los espirituales pastos de la vida. Murillo el sevillano lo pintó niño y egoísta. El Papa Francisco insistió en su homilía del sábado 13 en la Basílica de Guadalupe que “Nadie puede quedar fuera, todos somos necesarios”. Incluidos los diferentes por cuestiones naturales de sexo. Sin ellos, el rebaño del Pastor quedaría mutilado, y la Iglesia no podría terminar la partida de dominó por descarrío de su seis doble o pito cero.
LA OVEJA
De rediles, cayados y pastores
está la Biblia llena.
Yo sueño mis soñares
durmiendo en el colchón de las estrellas.
Esta noche soñé que los ladrones
robaban tu cordera.
(Los sonoros Cangrejos Violines
de mi florida infancia, oveja,
desafinaron en las playas
de todo el mar de Galilea).
Gritaron las alarmas y se oyeron
en las propias entrañas de Judea.
Pero los sacerdotes y levitas
hicieron oídos sordos a tus quejas.
-Es sábado, y el Buen Samaritano
es menos importante que la letra.
Vicente Martínez