UN GIRO COPERNICANO EN EL MODO DE CONOCER
Enrique Martínez LozanoAtención, la llave maestra tanto en las discusiones en torno a la ciencia, como en las que ocurren en el ámbito de la religión, sería bueno partir del reconocimiento expreso de lo que realmente se halla en juego. De otro modo, parece inevitable que se sucedan los enfrentamientos y controversias estériles en torno a “mapas” y “etiquetas”, que nos lleven a confundir nuestras creencias con la verdad.
Y lo que se halla en juego no es algo baladí. Se trata, nada menos, que de un cambio en el modelo de cognición. Probablemente, el giro más revolucionario de esto que llamamos “postmodernidad”.
Venimos de un modelo mental, dual, egoico o cartesiano. Tal modelo, basado en la dualidad inicial sujeto/objeto, perceptor/percibido, se revela adecuadamente operativo en el mundo de los objetos. Sin embargo, ese es también su límite. Dado que pensar es sinónimo de objetivar, cuando desde ese modelo queremos aproximarnos a realidades que no son “objetos”, el modelo se colapsa y nos engaña. Naturaleza, seres humanos, vida, verdad, realidad, “lo que es”, Dios… Se trata de realidades inobjetivables: “lo que es” no puede ser pensado. Al hacerlo, toda la realidad queda separada, fraccionada y, de ese modo, distorsionada.
Basta salir del estrecho cerco del modelo mental para captar su engaño y su trampa. Para empezar, podemos recurrir a la imagen (metáfora) del océano y las olas. El modelo mental se detendría exclusivamente en la singularidad de cada ola, absolutizando la separación entre ellas y olvidando la naturaleza común de agua, que comparten.
Sin embargo, hay otro modo de ver, desde la no-dualidad. Y ahí las cosas cambian por completo. Esa nueva visión nace de otro modo de conocer, el modelo no-dual, que se basa en la aproximación no-mental a lo real. Se trata de una aproximación respetuosa a “lo que es” en la que, silenciada la mente, acogemos el Misterio que se muestra, nos reconocemos y descansamos en él.
Volviendo a la metáfora antes aludida, desde el modelo no-dual, se advierte, antes que nada, el agua que constituye, conforma y se expresa en cada una de las olas. La perspectiva cambia radicalmente.
Enrique Martínez Lozano