COMUNIDADES TRINITARIAS
Vicente Martínez“Estamos caminando y evolucionando hacia algo superior a nosotros mismos” (Teilhard de Chardin)
22 de mayo, festividad de la Trinidad
Jn 16, 12-15.
Todo lo que tiene el Padre es mío; el espíritu tomará de lo mío, por eso os dije que (el Espíritu) recibirá de lo mío y os lo explicará
En casi todas las religiones ancestrales existe la imagen de dioses trinitarios. Un misterio encriptado que se revela como uno y trino a partir del siglo IV en el Cristianismo, y que empezó a configurarse como dogma en el Concilio de Nicea. A San Agustín le hizo tomar conciencia de él un niño que quería llevar con una concha toda el agua del mar a su pocito abierto en la arena de la playa. “Agustín -le dijo el niño-es mucho más fácil que yo logre hacerlo, que tú comprendas el Misterio de la Santísima Trinidad”. Una mística holandesa del siglo XIII lo suscribió en uno de sus poemas: “Dios y Hombre en un solo amor; así es la Trinidad más allá de todo pensamiento”.
Al obispo de Hipona, autor de De Trinitate, debió sucederle aquella tarde lo que le insinuó Lena a Daniel en la película Tierra de ángeles (2004), del director norteamericano Kay Pollak: “Les vemos, o a veces les oímos en el viento”. En el susurro del vientopercibió Abraham a Dios junto a la encina de Mambré (Gn 12, 7), y les vemos elevando a Jesús fallecido hacia los cielos en el cuadro manierista del Greco (Museo del Prado). De comienzos del siglo XVI es el sugerente icono La Trinidad del Antiguo Testamento, pintado por el ruso Andrej Rublëv un siglo antes (Galería Tretiakov de Moscú).
La mística no ha sido ajena a este misterio. Teresa de Ávila, por ejemplo, vivió la experiencia de la Trinidad en una relación personal, real y objetiva, con cada una de las tres Personas y con todas en conjunto. Una vivencia que la llevó a sentirse familiarmente inmersa en la comunidad trinitaria -no sólo la del misterio- sino también en la de dentro y fuera del convento. La cantante tártara Jamala ganadora el sábado pasado del Festival de Eurovisión con su canción 1944, declaró que deseaba “paz y amor para todos”. Una de sus estrofas, con aire esperanzador de Comunidad Trinitaria, decía: “Podemos construir un futuro / donde la gente sea libre / de vivir y amar / en medio de la oscuridad”.
Las lecturas litúrgicas del día lo sugieren. Junto al Dios Padre que crea y dirige el universo con sabiduría está presente la creación entera haciendo la tierra y los campos, encajando los montes, trazando la bóveda sobre la faz del océano, sujetando las nubes en la altura, e imponiendo su límite al mar (Proverbios 8, 22-31). San Pablo nos lo presenta como cercano al hombre por medio de su Hijo (Rom 5, 1-5). Y el Evangelio nos muestra un Espíritu Santo que nos guía a la plenitud de vida (Jn 12-15).
Somos humanos en construcción. Seres inacabados que vivimos en un universo que ha ido evolucionando a lo largo de millones de años. Figuras como Teilhard de Chardin, Karl Raner, Zubiri y Laín Entralgo lo han defendido, entre otros. Teilhard lo resumía en esta frase: “Estamos caminando y evolucionando hacia algo superior a nosotros mismos”. Y anhelamos que esas comunidades nuestras trinitarias sean esencia divina compartida, como sugiere el poema de Fray Alejandro.
SANTA TRINIDAD, SANTA ARMONÍA (Fragmento)
Santa Trinidad, santa armonía
esencia unificada de las cosas,
alma de mi alma, perfume de las rosas,
fuente inagotable de alegría.
Dios Padre que en Amor al Hijo engendras.
Hijo dilecto que recibes de Él la vida.
Espíritu de ambos que se espira
en el acto amoroso que lo engendra.
Una gloria, un Amor, una alabanza,
una esencia divina compartida.
Tres personas divinas, su energía
regalándole al mundo la esperanza.
Un Padre que todo lo contiene
del que surge el Amor, la luz, la Vida,
al que todo se dirige sin medida:
creador, poderoso y providente.
Un Hijo que su rostro fiel refleja,
impronta de su ser y su sustancia,
resplandor de su gloria y de su gracia,
Amor vuelto obediencia que se entrega.
Un Espíritu de ambos espirado,
Amor vivificante que te donas,
torrente de ambos que enamoras,
fuego que me mantiene ilusionado.
Fray Alejandro R. Ferreirós, OFM
Vicente Martínez