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MARÍA, VECINA DE NAZARET

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MARÍA, VECINA DE NAZARET

Recogemos por escrito la conferencia que se grabó en la Parroquia de San Félix, Villaverde Alto, el pasado 5 de mayo de 2017. En la Escuela está disponible en vídeo.

Estamos en Nazaret… Nos acercamos a María como vecinas suyas, porque es una mujer del pueblo, como nosotr@s, y queremos comprender su situación, sus dificultades, sus sentimientos y su respuesta de fe.

Nos imaginamos que viajamos a través del tiempo, para recordar la situación que vivió en su contexto histórico, político, económico, social y religioso. La situación era muy difícil, mucho más de lo que creemos, porque se ha idealizado la vida en Nazaret.

María, como la gente de su tiempo, vive esperando la llegada del Mesías, que debía nacer en Judea, anunciado por unas señales prodigiosas que deberían verse en el cielo (Mateo 16, 1-4). Pero esas señales no ocurren cuando nace Jesús.

Treinta años después, los saduceos y fariseos siguen pidiendo a Jesús esa señal del cielo, para poder reconocerlo como Mesías prometido, pero Jesús ofrece señales muy diferentes.

El pueblo lleva siglos bajo el dominio reiterado de pueblos extranjeros: Persia, Grecia, y Roma. Los conquistadores han impuesto al pueblo sus leyes y han gobernado a través de unos reyes crueles e inhumanos. Les obligan a pagar impuestos tan altos que muchos padres de familia deben venderse como esclavos para pagar las deudas; así evitan la prostitución a su mujer e hijas. La gente le pregunta a Jesús si deben pagar impuestos al César.

Muchos delitos pueden ser castigados con crueles penas de muerte, porque el pueblo está a merced de la injusticia de los políticos. María, como sus vecinos, siente miedo al ver los riesgos a los que se expone su hijo, porque muchos jóvenes galileos han sido crucificados.

Herodes (padre) y Herodes (hijo), reyes de Galilea, son un ejemplo típico de la crueldad de su tiempo. El propio emperador César Augusto dijo: “Es mejor ser un cerdo que ser un hijo de Herodes”.

Galilea es un nido de rebeldes, es “tierra de gentiles”, o sea, de gente que no es judía, que “no ha sido elegida por Yahvé”. En general es gente antimonárquica, porque creen que los males vienen de la monarquía, mientras que los habitantes de Judea son ultra monárquicos. Se les considera gente sin tradición, inmunda, que contamina a las personas piadosas; a sus mujeres no se les considera personas, sino “reptiles”.

La capital es Séforis, los romanos la destruyen totalmente, porque es refugio de galileos rebeldes, y creen que allí se esconde “Judas el Galileo”. Pensemos en el impacto que causan estos hechos en toda la población.

Jerusalén es considerada “el centro del mundo”, porque el templo alberga dos cosas fundamentales en su tiempo: la gloria de Yahvé y el “banco” más importante de entonces. Galilea es la zona más alejada de Jerusalén (en todo el sentido de la palabra alejamiento)

Nazaret es una aldea muy pobre, está en la ladera de una montaña, con cuevas en las que habita la gente. ¿De ahí puede salir algo bueno? (Juan 1, 46). De Galilea no salen profetas (Juan 7, 52). Con buena voluntad, los pintores se han encargado de ofrecernos unas imágenes idílicas de la casa de María, pero la realidad es que la gente vive en esas cuevas naturales de la ladera de la montaña y que es una aldea muy pequeña.

La sociedad, en tiempos de María, está dividida en clases sociales muy rígidas. Si la representamos en forma de pirámide, empezando por la cumbre y descendiendo, tenemos:

· El sanedrín, con el sumo sacerdote que lo preside

· Los saduceos, que sacan provecho de cualquier situación

· Los fariseos

· Los obreros –pueblo sencillo

· Los extranjeros, pecadores y enfermos

· Las mujeres y los niños

Desde el momento del nacimiento queda patente la marginación de las mujeres, por el modo de reaccionar los vecinos y el propio padre del bebé. Si ha nacido un niño hay cantos de júbilo y felicitaciones al padre. Si ha nacido una niña hay un silencio profundo, sólo se oye el llanto del bebé y la gente le desea al padre de familia: “Que el próximo sea varón”, pero no le felicitan por la niña que ha tenido.

¿Cuál es la clave de la desigualdad? Las mujeres no pueden ser circuncidadas, por eso no pueden recibir el signo de la Alianza con Dios (Génesis 17, 10-11). Después del exilio de Babilonia (siglo V a.C.), con la reforma de Esdras y Nehemías, comenzaron la intolerancia y el fanatismo religioso:

1. La Torá se convirtió en la ley del estado.

2. El pecado se castigaba con la muerte (Esdras 7, 26).

3. A las mujeres se les privó de los derechos que tenían.

4. Esdras decidió que se repudiara a todas las mujeres extranjeras, junto con sus hijos (Esdras 10, 1-3 y ss.)

El padre de familia reacciona como amo y señor de la vida. Cuando nace un bebé, la ley dice: “Si es un varón, tenlo, si es una niña, exponla”. Eso significa que pueden “exponer” a las niñas, o sea, sacarlas fuera de la población y dejarlas a la intemperie, a merced de cualquier animal que las devora o de alguna persona que quiera cogerlas, para bien o para mal.

Las niñas son casadas en la adolescencia. Son mayores de edad a los once años y un día, pero no se celebra ninguna fiesta. A los chicos, cuando cumplen trece años y un día, se les hace una gran fiesta y se les considera adultos a todos los efectos.

A la hora de buscarles marido, ellas son tasadas trozo a trozo, para pagar menos por ellas, y poder rebajar su valor ante cualquier pequeño defecto que tengan. Sin embargo la dote que deben llevar ellas al matrimonio se tasa al alza y la administra el varón.

El marido es el dueño y señor de la mujer. Es su ba’al (que significa: propietario, amo, señor, dios, dueño, marido) y la mujer es be’ulah (poseída). El matrimonio significa “hacer uso del recipiente”. Cuando Jesús quiere cambiar algunos aspectos del matrimonio le replican: “Así no trae cuenta casarse” (Mateo 19, 10). Lo que trae cuenta es que los varones gocen en el matrimonio de todos los privilegios que han adquirido a lo largo de siglos. Por ejemplo, las mujeres no pueden repudiarlos, ni siquiera cuando ellos son adúlteros o violentos.

Sin embargo, hay muchas causas (escritas en los comentarios a la ley) que permiten a los maridos repudiar a sus mujeres; se llega a considerar causa suficiente el que la mujer se entretenga a hablar junto a la fuente con otras mujeres, o que se les queme la comida.

Las mujeres deben ir cubiertas siempre con el velo, si se lo quitan para salir a la calle pueden ser repudiadas, sin devolverles la dote acordada para el repudio. Las prostitutas no llevan velo.

Para una mujer repudiada es tan difícil volver a casarse que suelen recurrir a la prostitución para sobrevivir. A las mujeres se les pide un comportamiento intachable, para que sus padres y esposos se sientan orgullosos de ellas. ¿Quién es la mujer perfecta? Podemos leer con ojos críticos el canto a este modelo de mujer (Proverbios 31, 13-ss) y la sobrecarga de trabajo al que estaban sometidas.

Si la novia se queda embarazada antes del matrimonio, una vez comprometida, el novio tiene varias opciones:

· Si el hijo es del novio se adelanta la ceremonia de la boda

· Si el novio afirma que el hijo no es suyo, la novia puede ser apedreada, lapidada. De nada sirve el testimonio de la mujer.

· Si el novio no quiere que lapiden a su novia debe huir muy lejos, lo que supone una vergüenza pública para él y para toda la familia.

· La posibilidad de que el novio acepte al niño como hijo, sin serlo, es algo absolutamente extraordinario.

El nacimiento de un hijo varón confiere su dignidad a las mujeres, que pasan a ser reconocidas y valoradas” porque han engrandecido al pueblo.

El nacimiento de una niña sólo es una pérdida, “una semilla desperdiciada”. Tener una hija es como recibir un castigo, porque hay que vigilarla: “es una secreta inquietud, la preocupación por ella aleja el sueño” (Eclesiástico 42,9). “El padre no está obligado a alimentar a su hija” (comentario a la Torá). “El mundo no podría existir sin varones y sin hembras, pero ¡feliz aquel cuyos hijos son varones! Y ¡ay de aquel cuya descendencia son hembras!”

Las impurezas de la sangre condicionan la vida de las mujeres. Si han dado a luz a un niño tienen que guardar 40 días de impureza tras el parto, si han tenido una niña la impureza dura 80 días, lo que condiciona mucho la vida familiar y social porque incluso rozarlas “contamina”; hay que hacer ritos y ceremonias para purificarse de nuevo (Levítico 12, 5)

En algunas etapas de la historia se cree que las mujeres son seres “pestilentes”, el padre las puede vender como esclavas, no tienen que decir “la gran oración”. No pueden llevar filacterias, ni recitar la bendición de la mesa. Pueden orar desde casa, en lugar de ir a la sinagoga.

Todo el pueblo tiene que ir al Templo de Jerusalén, excepto: “sordos, idiotas, niños, hombres con los órganos escondidos, andróginos, mujeres, esclavos, cojos, ciegos, viejos, enfermos y los que no pueden caminar”. Es decir, tienen que cumplir la ley, pero con muchos pretextos se les libera de algunos mandamientos que amplían su horizonte vital.

Se les prohíbe estudiar la Torá, porque se cree que las mujeres son incapaces de comprenderla. El Talmud (comentario de la Ley) dice: “Quien enseña a su hija la Torá es como si le enseñara obscenidades”;“Que las palabras de la Torá sean destruidas por el fuego, antes que enseñárselas a las mujeres”.

A diario, las mujeres oyen a los varones orar en voz alta tres veces al día, dando gracias a Yahvé, porque “me has hecho hebreo, no me has hecho mujer, no me has hecho ignorante”.

En el botín de la guerra, las mujeres aparecen después de los asnos (Números 31, 34-35.39-40).

No tienen derecho a la herencia. Si muere su marido deben casarse son su cuñado para darle descendencia al marido difunto. Si no tienen cuñado, deben volver con su familia, que a menudo no las acepta de nuevo porque se considera una vergüenza esta vuelta. A menudo tienen que dedicarse a la prostitución o se ven envueltas en la pobreza hasta la muerte.

Se les considera responsables del pecado de Adán (Génesis 3), de la muerte, del nacimiento de los demonios y del diluvio (Génesis 6, 5-ss). En caso de peligro de muerte, siempre hay que salvar primero al marido.

Las madres educan a los niños hasta los 7 años. La ley decía: “Cuando el día de mañana te pregunte tu hijo, le dirás…” (Deuteronomio 6, 20- 25). Las palabras del Señor “las enseñaréis a vuestros hijos y se las repetiréis sin cesar…” (Deuteronomio 11, 19). Los rabinos decidieron que a las hijas no había que enseñárselas, bastaba con lo que buenamente oyeran en la familia o en la sinagoga (si iban algún día).

¿Qué huella dejó María en la formación religiosa de Jesús? ¿Cómo enseñaría María a orar a Jesús? Pensemos en el paralelismo entre el Magníficat y la exclamación de Jesús sobre lo que Dios revela a los pobres y sencillos (Lucas 10, 21) o en la importancia que le dan los dos a hacer la voluntad de Dios (Lucas 22, 42)

Ahora sabemos, gracias a la psicología, la importancia que tiene la educación en los niños y niñas, sobre todo en los primeros años de vida. Jesús, como varón judío, deja a un lado el sistema de reflexión sobre la Torá, que consiste en transmitir fielmente las enseñanzas recibidas, dándole mucha importancia a la casuística. En el Evangelio se ve claramente cómo varias veces los fariseos intentan envolverle en esa forma de razonar: por ejemplo, si una mujer se ha quedado viuda varias veces ¿quién será su marido tras la muerte?

Jesús centra su predicación en una Buena Noticia. El día que predica por primera vez en una sinagoga quieren despeñarlo (Lucas 4, 29-30) porque se atreve a anunciar un año de gracia, pero silencia “el día del desquite de nuestro Dios”.

Para que el mensaje lo comprenda la gente sencilla, pone ejemplos significativos en la vida diaria de las familias, especialmente las tareas que realizan las mujeres. Es un lenguaje que escandaliza a sus oyentes y expresa la densidad teológica que tiene la vida diaria. Por ejemplo:

· El drama que le supone a una pobre vecina del pueblo el perder una monedita de su dote. Las mujeres suelen colgar algunas de esas monedas en los bordes del pañuelo que se ponen en la cabeza, y pueden utilizar esas monedas, en caso de ser repudiadas por su marido. La alegría que siente esa mujer le ayuda a Jesús a explicar una alegría más profunda.

· A Jesús, siendo niño, le tuvo que asombrar el efecto que produce la levadura en la masa. No sabemos lo que le explicó María, pero cuando Jesús quiso hablarnos de la desmesura del Reino nos pone el ejemplo de una mujer que mete levadura ¡en 42 kilos de harina!

· Todos los niños y niñas ven remendar a sus madres y abuelas. La túnica que los varones reciben a los 13 años, al celebrar su mayoría de edad, sirve para cubrirse, como manta por la noche, para cargar algunos productos… De tanto uso, se rompe a menudo y se remienda una y otra vez. Muchas personas no pueden permitirse el lujo de hacer o comprar otra y usan la misma túnica hasta que son enterrados con ella. Jesús nos habla de ese paño viejo que no admite remiendos de tela nueva, para que comprendamos la novedad de la Buena Noticia y del Reino y no intentemos poner remiendos a algo que se ha quedado viejo.

· La túnica de Jesús la echan a suertes, antes de ejecutarlo, para no romperla en varios trozos, porque es una prenda valiosa.

· En Israel se usa mucho la sal: a) sirve para frotar a los bebés recién nacidos y evitarles infecciones; b) da sabor a las comidas; c) se usa como moneda (el salario); d) conserva los alimentos en salazón y así es útil en los viajes (por ejemplo, el pescado); e) echando una capa de sal sobre los campos y huertas se destrozan los cultivos de los enemigos, etc. La sal se convierte para Jesús en un símbolo claro y significativo de lo que supone vivir siendo “sal de la tierra”

· Es francamente revolucionario que un maestro (rabí) hable de los sentimientos de las mujeres que van a dar a luz.

· Habla de Yahvé haciendo referencia a experiencias de la vida cotidiana: Un juez injusto, un banquete de bodas, etc.

María tiene que dar un paso de gigante: siente sobre ella el peso de la ley judía y, al mismo tiempo, va sintonizando con la Buena Noticia que predica su hijo. Va dando pasos, dejando lo viejo y entrando en lo nuevo; y no puede poner remiendos, como en una tela vieja, ni echar el vino nuevo en un odre viejo.

La actitud de María, en medio de las múltiples dificultades de su tiempo, puede ayudarnos a vivir hoy el discipulado y el paso de lo viejo a lo nuevo, personalmente y en la comunidad, parroquia, grupos, etc.

 

MARÍA, MADRE DE UN HIJO DIFÍCIL

María es la madre de un varón judío; según lo que se considera valioso en su tiempo, no tiene motivos para sentirse orgullosa de él, al contrario, Jesús hace sufrir a su madre, por muchos motivos:

Jesús no tiene esposa. La ley dice que si a los 20 años no te has casado y no tienes hijos, tus vecinos deben maldecirte públicamente, porque no colaboras al engrandecimiento del pueblo. En caso de que fuera a causa de un defecto físico, había que demostrarlo.

Un joven célibe es como un parásito social que no valora lo que sus antepasados le han transmitido. A los célibes no se les consideran hombres, porque violan la ley e impiden nacer a otros. El celibato equivale al asesinato. Reproducirse se considera un medio para llegar a la santidad. Es un escándalo predicar que es posible hacerse eunuco por el Reino; los eunucos o han nacido así (lo que se considera una desgracia) o son esclavos que han sido hechos eunucos por sus amos (otra desgracia)

Jesús no tiene casa, ni tierras, que son los signos evidentes de la bendición de Yahvé, una bendición que va pasando de padres a hijos.

Además, le acompaña habitualmente un grupo de marginados que le llama rabí: un Iscariote (sicario), un zelote, dos “hijos del trueno”…

Forman parte de ese grupo algunas mujeres. Pero los rabinos y los escribas no pueden hablar en público ni con su propia esposa, ni con sus hijas o hermanas. La ley lo deja claro: “Quien habla demasiado con una mujer, atrae sobre sí mismo la desgracia, abandona la palabra de la Torá y termina en la gehenna”.

Y, lo que es más grave todavía, Jesús deja que esas mujeres le sostengan con sus bienes. ¡Qué vergüenza para una madre de aquel tiempo!

Los “teólogos oficiales” preguntan a Jesús: “¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?” (Marcos 3, 30). Querer perdonarlos, en lugar de Dios, es signo de estar poseído (por Satán, embrujos mágicos, etc.)

Sabemos que en Judea se ríen y se burlan del acento arameo de la gente de Galilea, que era el acento de Jesús y sus seguidores (Mateo 26, 73). Es difícil pensar que, cuando Jesús predica fuera de Galilea, la gente le escucha atentamente y con un silencio respetuoso.

Se salta reiteradamente el sábado (equivalente a 613 mandamientos). La primera vez que sorprenden a una persona incumpliéndolo le avisan, por si no se ha dado cuenta, pero la segunda vez que le descubren incumpliéndolo puede ser lapidado. ¿Por qué? ¡Porque hasta Dios creador había guardado el sábado!

Ningún hombre ni mujer puede creerse más que Dios y trabajar. La ley prohíbe hacer cualquier tipo de trabajo: acarrear leña, encender fuego, preparar comida, arreglar fracturas, visitar a los enfermos, etc. Ni siquiera se puede orar por los enfermos. Se unieron herodianos y fariseos piadosos para matarle, porque había incumplido la ley del sábado dentro de la sinagoga (Éxodo 31, 14-15; 35, 2 y Números 15, 32-36)

¿Cómo se sentirá María al ver que Jesús se salta públicamente, una y otra vez el cumplimiento del sábado?

Jesús predica: “No llaméis a nadie ‘padre’ en la tierra” (Mt23, 8-9). Pero se dirige a una sociedad patriarcal en la que ser padre es el mayor honor para un hombre judío. Pone en cuestión la estructura social, e invita a llamar a Dios “Abba”, motivo suficiente para ser apedreado, porque la palabra Yahvé no se puede ni nombrar.

Cuando el pueblo judío se refiere a Dios en la oración hay que hacer un momento de silencio y una inclinación con la cabeza, pero ¡no pueden nombrarlo! Decir Yahvé es como poseerle, como ser su dueño, como “atraparlo” con el lenguaje. Y llamarle abba (“papaíto”), como decían los niños a sus padres antes de cumplir los 7 años, es una osadía que merece la muerte.

Pone como ejemplo al buen samaritano, por encima de sacerdotes y escribas, cuando se cree que los samaritanos no resucitan, porque están contaminados. Se cree que las mujeres de Samaria son impuras desde el nacimiento y han contaminado a todos los hombres (Talmud). Incluso contamina comer el pan que te ofrecen: “comer el pan de un samaritano es como comer cerdo”. El pueblo de Samaria se ha ido formando al llegar allí una población de colonos medos y persas, que son idólatras. Garizín es un monte considerado sagrado por los samaritanos, y tiene ídolos. Los documentos que firman los samaritanos se pueden invalidar en cualquier momento.

¿Cómo resuena en los oídos de María la parábola del buen samaritano, poniéndolo como modelo ante la figura del sacerdote y del escriba? ¿Qué teme que le puede ocurrir a Jesús?

Ensalza el papel de María, hermana de Marta, como discípula, atendiendo y escuchando a Jesús. Pero las mujeres no podían estar a los pies de los rabinos, ese papel corresponde a los varones. Las mujeres deben atender a los huéspedes, preparando alimentos, en un segundo plano y en silencio.

Los niños, en tiempos de Jesús y en las culturas que rodean Nazaret, pueden ser echados en los cimientos de la casa (1º Reyes 16, 34) o asarlos en honor al dios Molok, porque niños y niñas no tienen ningún derecho.“El que ama a su hijo usa con frecuencia el látigo” (Eclesiástico 30, 1) Es ridículo cogerlos en los brazos y es “inaguantable” ponerlos como ejemplo de la novedad del Reino de Dios.

En una sociedad con estrictas leyes sobre la impureza, que excomulga a quien no se lava ritualmente las manos antes de sentarse a la mesa, Jesús predica que no hay ni alimentos ni personas que contaminan, y entra a las casas de pecadores, impuros y contaminantes, para ofrecerles la salvación, a costa de su propia vida.

Los rabinos decían: “Cuando una mujer con la regla pasa entre dos hombres, si es al inicio de la regla, mata a uno de ellos; si está al final, provoca la lucha entre ellos”

Eliseo mandó a Naamán que se sumergiera 7 veces en el Jordán (2º Reyes 5, 1-14), pero no le tocó. No se puede tocar a los leprosos ni acercarse a ellos (Levítico 13, 14; Lamentaciones 4, 15).

La predicación de Jesús supone un enfrentamiento claro con la ley, en una sociedad patriarcal, cuya referencia es la Torá.

· ¿Qué creo que siente María al oír predicar a su hijo?

· ¿Qué siente al oír los comentarios del pueblo sobre esta predicación?

· ¿Y al verle acompañado por un iscariote, un celote, dos “rayos” y mujeres?

· ¿Cómo tiene que leer los acontecimientos, a la luz de la fe, para poder soportar lo que en Nazaret y en Galilea se dice sobre su hijo?

a) Es hereje y está loco (Juan 8, 48)

b) Es enredador (Juan 7, 13)

c) Es blasfemo (Marcos 9, 3)

d) Está endemoniado (Marcos 3, 30)

· ¿Cómo asume el temor a que lapiden a su hijo en cualquier momento, si le aplican la ley?

· ¿Cómo puede compaginar en su corazón lo que dice la ley judía (sagrada en su tiempo) con la Buena Noticia que oye predicar a Jesús? O, dicho de otro modo, ¿cómo fue dando pasos, para pasar de lo antiguo a lo nuevo?

· ¿Cuántas veces diría “Fiat” a lo largo de su vida?

 

MARÍA –MADRE- EN LA PASIÓN DE SU HIJO

Intentamos acercarnos al sufrimiento de María, pensando en las madres que hoy viven una situación semejante.

Jesús en el huerto de los Olivos se muere de tristeza… Es detenido. Cientos de judíos han sido ajusticiados antes que él. Tienen motivos para matarlo.

María presencia, impotente, un juicio injusto y oye que su hijo es condenado, como un proscrito, a la cruz. Recuerda que la ley judía dice “Maldito quien pende de un madero”. Azotes, humillaciones, latigazos, burlas… No puede hacer nada.

Jesús muere a las afueras de la ciudad, que se considera un espacio habitado por espíritus, demonios, tinieblas y peligros. La gente desea que la noche le pille siempre dentro de una ciudad o de una aldea. Morir a las afueras es una desgracia, una maldición de Dios, fuera del hogar y del cuidado de la familiaMuere sin su túnica, lo que deja a un varón sin dignidad, expuesto a las burlas del pueblo.

Si María permanece a su lado se juega la vida, porque los romanos aprovechan las ejecuciones para capturar también a quienes se acercan a los condenados, su familia o sus cómplices. Aprovechan también para capturar a quienes han comido últimamente con el condenado, porque comer significa compartir la vida, los proyectos. Presencia la muerte del hijo de sus entrañas y lo recoge, muerto, en sus brazos.

María arriesga su vida, sus proyectos y su imagen y acoge –ENCARNA- el sueño, el proyecto de Dios para la humanidad. En medio de muchas pobrezas y dificultades, teje la historia de la salvación con los hilos que Dios le ofrece.

¿Hemos descubierto la riqueza del misterio de la Encarnación, a lo largo de toda la vida de María, o nos centramos sólo en el momento del anuncio del ángel?

María es una mujer que sufre el peso de la injusticia de su tiempo. Ha quedado oculta bajo unos ropajes que no le corresponden, lo que ha contribuido a que muchas mujeres se hayan alejado de ella.

¿Cómo podemos recuperar las actitudes de María de Nazaret, como motor de cambio y liberación para nosotr@s, nuestras comunidades y pueblos?

 

Marifé Ramos

www.mariferamos.com

http://www.feadulta.com/es/lista-completa-de-autores-por-orden-alfabetico/3087-marife-ramos.html

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