ESTOY ENTRANDO EN ESA EDAD
Raquel MuñozTengo cuarentaitantos y me doy cuenta de que voy entrando en esa edad en la que empieza tocarme vivir directa o indirectamente nuevas situaciones que trae la vida. Algunas previsibles, otras no. Las que no siempre siento afrontar con naturalidad e intuición.
Preparaba un tema de transmisión de la fe. Pensaba en qué métodos o caminos de los experimentados podría considerar universales y válidos en cualquier momento y en cualquier contexto. Y cuáles me resultaban ya, hasta para mí, insuficientes para enfrentarme a las nuevas realidades que me está tocando vivir.
La vida, como valor absoluto del católico, es una de las realidades que más aristas plantea y que, intuyo, a futuro, tendremos que ir matizando. Ya se venía haciendo pero, quizás, ahora se acelere la necesidad de respuestas ante nuevas situaciones.
La maternidad en solitario: Es una decisión para traer vida al mundo. Requiere de donantes generosos y de madres decididas. Algunas veces es una decisión cronológica. Otras, una soledad elegida. ¿No están mejor los hijos de familias monoparentales que los que se encuentran en un campo de batalla entre progenitores en guerra?
La maternidad subrogada: ¿Debería siendo una mujer joven y fértil donar mis óvulos para que otras parejas puedan tener hijos? ¿por qué censurar que una persona libremente quiera ganarse la vida prestando su cuerpo para gestar y dar a luz al hijo de una pareja que no puede tenerlo de otra manera?
Partos prematuros, niños salvados: La ciencia está salvando la vida a niños prematuros o recién nacidos con graves disfuncionalidades físicas y psíquicas pero ¿qué vida se les está entregando? ¿y a sus hermanos? ¿Están los padres obligados a luchar o podrían elegir dejar a la naturaleza seguir su curso?
Los niños que devienen herencias de un pasado superado. ¿No es tan responsable la decisión de no querer tener hijos como la de tenerlos? ¿Es justo forzar la llegada al mundo a un niño al que no se va a querer ni dar afecto? ¿Puede sobrevivir una naturaleza humana a la que se niega el cariño?
El alzheimer. No tengo hijos ni sobrinos ni pareja. El alzheimer ha hecho mella en la familia. Mis expectativas más optimistas pasan por confiar en que la ciencia evite que pierda la cordura hasta el momento en que me lleve de este mundo el cansancio de mi cuerpo. Pero ¿y si no llega a tiempo la ciencia con su remedio? ¿No sería justo poder acordar con mi Dios el cuándo me acogerá en su seno en cuerpo y alma si el alma decide empezar la carrera antes de que den la salida de este mundo?
La esperanza de vida se alarga hasta los 140 años. Ya no sólo no se va a parar el envejecimiento sino que van a conseguir rejuvenecer las células... ¿Puedo decir en voz alta que no me atrae la idea? ¿Qué quiero poder morirme? ¿Qué no quiero ser inmortal? ¿Qué me quiero quedar en la era de cuando todavía la vida y la muerte se imputan a Dios en vez de a los hombres? ¿Me dejarán elegir el adiós?
Pidamos a Dios, que los creyentes de hoy sepamos acompañar los aires de cambio del mañana, que ya es hoy. Que no tengamos miedo a compartir las inseguridades y carencias detectadas para afrontar las circunstancias de la vida que no intuyeron las generaciones anteriores y para las que no nos preparamos sino a golpes con la realidad. Que abramos resquicios para que llegue la Luz a realidades institucionalmente rechazadas como aceptables y que se puedan vivir sin nocturnidad católica. Que no le tengamos miedo a que si nos levantamos de la tumba dentro de tres siglos no seamos capaces más que de reconocer el evangelio en el discurso de la Iglesia. Que Dios nos ilumine su esencia más íntima, libre de adherencias temporales o circunstanciales. Que Le demos la oportunidad de que se module como mejor crea para hacerse presente por los siglos de los siglos. Amén
Raquel Muñoz
ECLESALIA